Un conjunto de desarrolladores y expertos médicos ha estudiado los modelos de aplicación de Corea para adaptarlos a España.
Open Coronavirus es un sistema de código abierto, ya disponible para su uso, que parte de la realización de test masivos y un control exhaustivo de los movimientos de la población (como sistema opcional) para controlar la pandemia y no hundir la economía.
Open Coronavirus está disponible y de libre acceso para que el Gobierno, en este caso de España –pese a que esté disponible en varios idiomas– haga uso de una aplicación desarrollada para controlar y acabar con la crisis de la pandemia del coronavirus. Detrás de esta propuesta, la investigadora clínica Aurelia Bustos y una larga lista de desarrolladores que se han prestado a crear una aplicación que funcione. «Cuando comenzó todo esto de los contagios, vimos que el tema de la cuarentena iba a ser necesario. También vimos que es totalmente insostenible con el mantenimiento de la economía, por lo que buscamos una solución que ya había funcionado en otros países y lo adaptamos a nuestra cultura», explica Aurelia a Hipertextual.
Un sistema de código abierto que propone una solución mucho más radical que las ya usadas en Madrid –tras el lanzamiento de Díaz Ayuso con la ayuda del sector tecnológico–, pero que se basa en los éxitos registrados en Corea con sus respectivas aplicaciones de control de contagios. Con solo 9.780 infectados, 162 fallecidos, Corea es de los pocos países que puede decir que está sobrellevando los efectos de una pandemia que ha conseguido paralizar el mundo.
No han tocado la puerta de ningún político, y ya se adelantan a aclarar que esto no responde a ningún color de partido
¿Su clave? Uso de test masivos y un estricto control de la circulación de la población mediante la revisión de su geolocalización que permitiría trazar todos sus movimientos en caso de dar positivo en los test por COVID-19. ¿Para todos? Esta es la clave, el diseño por módulos de la aplicación propone que los controles de geolocalización (así como otras variables en función de las necesidades) sean opcionales –aunque recomendables en algunas variables– y que sea siempre bajo el consentimiento de los usuarios.
«Si ponemos en la balanza privacidad y limitación del movimiento de forma continua, creo que caería del lado del movimiento. Yo con esto soy racional, esto no incumpliría ninguna normativa y el control solo sería temporal hasta la salida de la vacuna; si luego las autoridades quieren hacer uso de más módulos de control, ellos ya pueden organizarse como quieran», argumenta Aurelia. Este sistema, añaden, permitiría un control discriminado de la población y una vuelta a la normalidad con menos riesgo de una nueva oleada de contagios.
No han tocado la puerta de ningún político, y ya se adelantan a aclarar que esto no responde a ningún color de partido, pero sí que han puesto el sistema al servicio de la administración a través del Instituto de Salud Carlos III; además de presentarse al hackaton convocado por Facebook.
Un sistema a tres tiempos basado en los test masivos
Open Coronavirus se basa en los modelos de éxito registrados en Corea, donde la detección temprana de los casos ha supuesto una línea de diferencia a las estrategias de países como Italia o España.
Por un lado, propone una aplicación a ciudadanos –similares a las que se han estado desarrollando por diferentes sectores, pero con un seguimiento más exhaustivo–. Este apartado cuenta con todo lo necesario para que los usuarios puedan hacer autotest de síntomas y la consecuente cita para realizar un test médico de la COVID-19.
Este primer punto parte de la base que el éxito de Open Coronavirus depende de que el Estado sea capaz de realizar test masivos –si es posible a toda la población, tengan o no síntomas– para aislar a los contagiados lo antes posible principalmente porque entre el 50% y el 70% de los contagiados no muestra síntomas, pero sí son potenciales fuentes de contagio. Las citas, explica el documento, se realizarían fuera de hospitales para no saturar las instalaciones.
¿Cómo solucionar el grave problema de abastecimiento de pruebas? Por un lado, y aquí aventura Aurelia desde una perspectiva personal, se pondría en primera línea a los sectores esenciales –como el personal médico– y los grupos de riesgo. Después llegaría el resto de la población y quizá un interés por la empresa privada –pagando ellos los test a sus empleados– para que se permita la libre circulación de la fuerza de trabajo no esencial. En cualquier caso, apunta, sería una cuestión de tiempo.
El resultado es que nadie que no porte una etiqueta de libre de coronavirus tendría la oportunidad de circular por la calle.
Este sistema, que parte de la idea de Corea, ya ha sido testado en pequeñas dimensiones en algunas regiones como Italia. El inmunólogo Sergio Romagnani realizó pruebas a todos los habitantes de un municipio de Venecia. De esta manera logró aislar a los contagiados y controlar la pandemia en su región.
Toda esta información iría a parar a un sistema centralizado de datos, gestionado por el Gobierno y los sistemas sanitarios para monitorizar las zonas de influencia, alertar de los principales focos de contagio, controlar cuarentenas y solicitudes de pruebas, además de gestionar su envío.
Finalmente, el último mecanismo de la aplicación estaría enfocado a las autoridades –policía y otros organismos de vigilancia– para controlar las identificación de los ciudadanos y analizar las fichas de permisos de movilidad y estado de salud. Solo aquellos con los permisos autorizados por la aplicación –es decir, los 100% sanos– podrán circular por la calle. Y aquí es donde vienen las dudas.